sábado, 21 de marzo de 2009
Sucedió en el crepúsculo
Luis Alfredo la pasaba mejor en la cantina que en la casa. De nuevo, llegaba a la parcela bien entrada la noche, eran cerca de las ocho, luna creciente, casi no se veían las huellas de las bestias, pero iba confiado porque su caballo conocía bien el camino. Al entrar al último bosque antes de llegar a la casa, notó la presencia de un niño a la orilla de la trocha. Detuvo el caballo y preguntó con voz pastosa:
- ¿Qué hace aquí mijo, dónde está su casa? ¿Y sus padres?
No le digo nada, sólo sonrío mientras su caballo patea inquieto la llanura. Como puede, me monta en la grupa y aupa el caballo. Cuando estamos en medio del bosque, ya bien oscuro, pongo mis manos en sus hombros mientras me humedezco los colmillos con la lengua. Apenas empieza a salir de su sopor, le susurro en la nuca: "Taita... tengo dientes!"
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- Jorge Iriarte
- Jorge Iriarte es barranquillero de nacimiento y cachaco de tradición. participa en el taller de escritura creativa con el escritor Carlos Castillo. Sus últimos escritos aparecieron en una revista que tuvo una segunda edición. Fue la revista de la empresa. Pero algo es algo...
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5 comentarios:
Jorge, excelente ejemplo de cómo rescatar una leyenda popular con un lenguaje y una estructura narrativa contemporánea. La muda de narrador de tercera a primera funciona muy bien. ¡Felicitaciones!
CJ.
No tengo nada más que decir: Un gran texto, sencillo, ajeno de toda retórica, de todo eufemismo. Cuando un relato como estos cae en alguien que sabe plasmar las palabras, queda casi, casi, perfecto.
...ahora en medio del silencio siento que alguien me observa, se ha tropezado en la cocina, lo se, mejor no volteo la cabeza, mejor apago el portatil y me evito el frio de ultratumba...
Me encanta la jerga utilizada.
Me gusta. En tan pocas palabras logras un efecto genial, el "knockout".